ENTREVISTA A DANILO HERNÁNDEZ. Por Daniel Gomis Para la Revista Kalma
“El yoga genuino promueve una transformación profunda y completa de la persona”
En la siguiente entrevista, Danilo Hernández nos expone ampliamente su visión de la técnica a la que ha consagrado su vida, aportándonos un enriquecedor testimonio sobre el necesario, y a menudo tan difícil, equilibrio entre tradición y modernidad a la hora de mantener bien viva la llama de la poderosa herramienta de transformación que es el yoga sin llegar a desvirtuar su esencia. El que sin duda es en la actualidad uno de los mayores conocedores y difusores del yoga en Occidente, dirige la Escuela de Yoga Bindu en Madrid e imparte regularmente cursos en muchas ciudades españolas y en Sudamérica, desarrollando así de forma infatigable el importante sentido que tiene para él la vocación de servicio. Hernández es también el autor de uno de los títulos que no debería faltar en la biblioteca de todo buen amante y estudioso del yoga: Claves del Yoga. Teoría y Práctica (Ed. La Liebre de Marzo).
¿Qué es para ti el yoga?
El yoga es un sistema que se concibió con el objetivo de que el ser humano pudiera alcanzar salud y armonía total en todos los aspectos de su personalidad. En mi caso y después de muchos años de práctica, se ha convertido en mi forma de vida. Consciencia en cada momento y espíritu de servicio, son los principios del yoga que intento aplicar en mi vida cotidiana.

¿Cuánto tiene de ciencia, cuánto de filosofía y cuánto de espiritualidad?
Yo diría que incluye los tres aspectos en igual proporción. Por un lado, es una ciencia que utiliza como laboratorio el cuerpo-mente. Un sistema empírico de transformación cuyos resultados y beneficios han sido constatados a lo largo de la historia y comprobados por la ciencia moderna desde hace decenios. Por otro lado, el yoga es una de las seis Darshanas o escuelas filosóficas de la India. No es una filosofía al estilo occidental que se basa en la especulación. Es más bien una filosofía al estilo de las antiguas escuelas griegas que se fundamenta en la experiencia directa para llegar a la comprensión de la Realidad Última. Asimismo, el yoga es también un camino espiritual para todos aquellos que quieran descubrir su verdadera identidad y su unidad con Todo.
¿Qué te empujó hacia la senda del yoga?
Cuando tenía seis años solía sentarme en la playa con las piernas cruzadas y permanecía en silencio largo tiempo mientras mis hermanos y los otros niños no paraban de jugar. Mi madre se preocupaba mucho y venía una y otra vez a decirme que jugara con mis hermanos… Ahora sé que experimentaba estados meditativos de forma espontánea. Creo que el yoga estaba inherente en mi naturaleza desde el principio de mi vida. A los trece años, ojeando un libro que estaba leyendo mi padre, encontré la palabra yoga y aunque no conocía su significado me causó un gran impacto. Intuí que detrás de esa palabra se escondía algo inmenso. La palabra yoga quedó completamente grabada en mi mente. A los dieciséis años, cayó en mis manos el primer libro de yoga e inmediatamente me puse a practicar asanas y relajación. Me resultaba algo muy familiar y lo disfrutaba mucho. Durante tres años practiqué de forma autodidacta y a partir de ahí comencé mi formación con reconocidos Maestros.
¿Cómo ha ido evolucionando tu relación con esta técnica a lo largo de los años?
Al principio lo veía como una serie de ejercicios que me ayudaban a tener buena salud y a conseguir una excelente forma física. Luego se convirtió en una búsqueda, en una Sadhana. Pasó a ser la prioridad de mi vida. Un proceso de auto-estudio que conllevaba la purificación de la mente y el aprendizaje de su manejo adecuado. Al hacerme profesor de yoga adquirió una dimensión mucho más social. La maduración de este proceso desembocó finalmente en mi “forma de vida” cuyo eje es el servicio a los demás.
¿Y cómo la has visto evolucionar en nuestro entorno social?
A principios de los setenta éramos muy pocos los que nos acercábamos al yoga. En su ambiente se respiraba mucha autenticidad y compañerismo. El yoga en aquella época era algo “raro” para la sociedad y hasta levantaba cierta sospecha… A veces nos sentíamos un poco clandestinos. La mayoría de la población ignoraba de qué se trataba. Con los años, su difusión fue en progresivo aumento hasta la impresionante popularidad que ha alcanzado en la actualidad.
Es maravilloso que tantas personas puedan beneficiarse del yoga en nuestros días. Pero es también una lástima la comercialización tan abusiva que se está produciendo y que lo está reduciendo a un artículo más de consumo. Hoy día, en el “mundillo” del yoga abundan los mercaderes y especialistas en marketing que están implantando una visión simplista, fragmentada y a veces muy deformada. Los “industriales” del yoga están difundiendo una imagen donde predomina un yoga de “leotardo, fitness y pirueta”. También es verdad que cada día son más las personas interesadas en profundizar en el yoga genuino. Esto último nos permite vislumbrar un horizonte futuro muy optimista.
¿Qué requisitos básicos consideras que debería reunir un practicante para sacarle un buen provecho a su práctica?
Los “Yoga Sutras” de Patanjali resumen magistralmente las cualidades que deben acompañar la práctica, y por tanto, poseer el practicante. Estas son Abhyasa y Vairagya. Abhyasa representa la constancia, la regularidad y la determinación. Vairagya es la actitud de no-apego, la ausencia de expectativas con respecto a los resultados de la práctica.
¿Y cuáles deberían ser las principales virtudes de un buen profesor?
Un buen profesor, antes que nada, tiene que ser un buen practicante. Un punto clave es que tenga una buena preparación, es decir, un conocimiento y comprensión profunda de la teoría y la práctica del yoga. Algunas de las cualidades que definen al buen profesor son: la generosidad, la honestidad, la humildad, el realismo, el sentido común, no ser dogmático ni sectario, el espíritu de servicio, el afán de superarse, la paciencia, etc. Y si posee un buen sentido del humor, mejor que mejor. Tendría que ser capaz también de ponerse en la piel del alumno y comprender cuáles son sus verdaderas necesidades y el modo de ayudarle a satisfacerlas. Y por supuesto, debería ser una persona decidida a seguir aprendiendo, creciendo y ayudando.
Según tu experiencia, ¿qué otros obstáculos además de la inconstancia y las expectativas pueden desvirtuar la esencia del yoga?
En cuanto a la práctica se refiere, la falta de discernimiento (viveka) puede ser un gran obstáculo. El practicante ha de desarrollar una total comprensión de los ejercicios que realiza y de la actitud que propone el yoga a la hora de realizarlos. Otro obstáculo que destruye el yoga es la práctica mecánica.
En general, parece ser que en la práctica habitual aprovechamos un porcentaje muy pequeño de todo lo que nos puede ofrecer el yoga… ¿Cómo lo sientes?
El yoga genuino promueve una transformación profunda y completa de la persona. Si nos remitimos a la práctica de unos meros ejercicios seguro que obtendremos algunos beneficios pero no el desarrollo de todo nuestro potencial. Para que el yoga nos reporte todos sus beneficios es muy importante que sus principios y actitudes los integremos en nuestra vida cotidiana.
¿Qué puede estar fallando si la práctica no nos lleva a un estado de armonía y felicidad?
Puede que lo que esté fallando sea la actitud del practicante. Todo el proceso del yoga se sustenta sobre el pilar de los códigos éticos de Yama y Niyama. Si se ignoran estas actitudes, lo cual desafortunadamente es muy habitual, los efectos profundos del yoga no fructificarán. Si practicamos yoga como unas técnicas que nos van a proporcionar tales o cuales beneficios, estamos convirtiéndolo en un proceso mecánico. Así nos sentiremos bien transitoriamente, pero en cuanto nos confrontemos con la vida volveremos a tener problemas. Es muy típico el caso de personas que han practicado yoga durante años y a la primera de cambio, ante situaciones normales de la vida, se desestabilizan.
Un mal muy común… ¿Cómo podemos solventarlo?
Creo que esto es el resultado de una práctica superficial y que no se ha integrado en la vida cotidiana. Sucede porque la práctica de ejercicios despojada de la actitud adecuada puede mejorar nuestra forma física, pero no produce crecimiento ni transformación. A veces se queda en un mero “culto al cuerpo”. De ahí, la importancia de combinar la práctica del Hatha Yoga con otras vías como el Raja Yoga, Gñana Yoga, Karma Yoga o Bhakti Yoga. Esto es lo que recomienda la tradición milenaria del yoga. De este modo, el yoga no será una simple práctica de ejercicios y se convertirá en un “estilo de vida”. Es la expresión de la actitud yóguica en la vida cotidiana lo que proporciona la verdadera armonía y la felicidad.
¿Cómo encontrar el equilibrio entre una sana disciplina y la no rigidez?
Es frecuente que el principiante se vuelva rígido en los primeros pasos en su andadura en el yoga. Suele estar muy preocupado consigo mismo y necesita aferrarse a las prácticas, objetivos y resultados. A veces se toma el asunto demasiado en serio y a la tremenda… Lo normal es que con el tiempo se vaya relajando y comprenda que la verdadera disciplina no es un asunto de imponerse actitudes férreas, sino de dar un cauce adecuado y armonioso a sus energías. El equilibrio que mencionas aparece cuando se madura y se desarrolla un verdadero discernimiento. Como consecuencia, aparecen las cualidades de naturalidad y espontaneidad que son inherentes al auténtico proceso del crecimiento personal.
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